Astrid Billar

Associate Professor of Spanish

Meredith College

Raleigh, North Carolina

 

IMPRESIONES DE UNA ALUMNA TRAS LA VISITA DE CRISPÍN D'OLOT

La obra que más me a gustado este semestre es la visita del juglar. Me gusta mucho el teatro y aprender un poco sobre los actos de los tiempos medievales fue muy interesante para mi. Me gusto como el juglar empezó su visita explicando que es un juglar y describiendo o contándonos la historia detrás de sus actuaciones. Me encantó como el juglar cambiaba de personajes y literalmente se convertía en otra persona. Él capturaba muy bien la diferencias en los personajes y me hizo reír. La manera de cual el juglar puede memorizar todas sus actuaciones es increíble y muestra la importancia de cuentacuentos. Me imagino que un juglar es evidencia viviente de la historia y los eventos del tiempo medieval y a través de ellos podemos aprender más sobre entonces. Podemos saber cómo comunicaba la gente, la relación entre familias y amigos, las relaciones con gobiernos, la identidad de autoridad y su relación con el público y quizás podemos saber también que valoraban. El juglar toco varios instrumentos. Me gusto mucho verlo tocar y también poder escuchar la música. Él tocó instrumentos que yo ya conocía pero también toco algunos instrumentos comunes de los tiempos medievales que yo no conocía. Por ejemplo, el juglar tocó la guitarra, que es un instrumento que ya conozco. Él cantó a la misma vez que tocaba, lo cual es impresionante en sí mismo, y la música me gusto mucho. Otros instrumentos que tocó el juglar que yo ya también conocía incluyeron las cucharas, la flauta, una versión de un violín de ese tiempo y un acordeón. Algunos instrumentos que no conocía fueron el violín de rueda, la armónica de nariz, y las cucharas. Fue increíble ver al juglar tocar todos estos instrumentos porque yo ni siquiera puedo tocar uno. Yo he intentado tocar el piano y en el cuarto grado toqué un tipo de flauta pero desafortunadamente no he seguido con nada. Él mencionó que también hace actuaciones para niños donde toca alrededor de 25 instrumentos para poder plantar interés en los niños. El juglar quiere que los niños lo vean tocar tantos instrumentos y que ojalá ellos quieran aprender a tocar por lo menos uno. Esto es muy respetable porque creo que la música es importante para la educación de un niño. Creo que un instrumento ayuda con la disciplina pero también hace que un niño tenga responsabilidad de su propia decisiones. Yo tengo un hermano de 4 años y personalmente me encantaría que él viera una actuación como esta. Me gustaría que a él le interesara un instrumento y quisiera aprender a tocar uno. Creo que sería beneficioso para su educación y crecimiento. Me fascina cómo hay gente que puede actuar y capturar los sentimientos de su personaje para hacer la audiencia sentir lo mismo. Tengo mucho respeto hacia el arte que es ser juglar porque requiere mucha dedicación y práctica. Creo que ser juglar es una forma de transmitir felicidad ya que tan solo la obra corta en clase me hizo sentir feliz y levantó mis ánimos el resto del día.

 

Nieves Gómez

Profesora de Lengua y Literatura

C. E. P. A. Plus Ultra

Logroño, España

 

CRISPÍN D'OLOT. UN VIAJE AL PASADO

Era una mañana lluviosa de primavera. La gente presente se introducía por una puesta de un salón de actos a un pasado lejano ubicado en el Medioevo. Un hombre, embutido en sus calzas rojas, esperaba en los bastidores de un decorado teatro improvisado, donde convivían un equipo de música moderno con instrumentos del pasado.

La magia se ocupó del resto. Recitaciones en verso, sonidos de instrumentos olvidados, tente palmoteando al ritmo de poemas conocidos pero ya olvidado. Un ir y venir del poeta, juglar, trovador y bardo, implicando al público en sus historias, una fusión de lo popular y culto, del presente y del pasado. El telón se cerró y todo volvió a su estado. Y así partió Crispín en su busca de nuevos caminos donde entregar su arte y un público de vuelta a las aulas con reminiscencias del pasado.

Si veis a un hombre envestido en unas calzas rojas por la calle, sabed que es Crispín d’Olot, el poeta, trovador, bardo, que busca otro lugar donde descansar de su camino arduo, un hombre del hoy reivindicado pasado a golpe de instrumento y palo. Adiós, Crispín, te recordamos.

 

Toñi Flores Valentín

Profesora de Lengua y Literatura

Colegio Virgen del Carmen

Córdoba, España

 

¡Fantástica actuación!, realmente aún se puede jugar con la palabra, el verso rimado y la tradición literaria de nuestra cuna artística en el siglo XXI. En el siglo de las nuevas tecnologías audiovisuales, informáticas y de comunicación vía satélite, Crispín d´Olot nos encandiló con su embrujo, su disfraz medieval, sus ojos pícaros con miradas pintorescas, la música ruidosa y melódica de sus instrumentos musicales, traídos de los rincones más variopintos de Europa. Nos cautivó a todos, alumnado y profesorado.

Más de 300 alumnos, alumnas y profesores escuchamos, lloramos y reímos con su interpretación didáctica. La actuación que realizó al alumnado fue un repaso magistral de una buena clase de literatura, desde la Edad Media hasta el Barroco y la del profesorado un circuito literario basado en la historia de cada uno de los instrumentos y utensilios que emplearon los juglares para atrapar a su público, como la zanfoña, poco conocido este instrumento, sólo visto a través de las pinturas del Prado o los relieves en las catedrales gallegas; el tamboril o la flauta, las palmadas panaderas, el rabel o las distintas guitarras con procedencia de laúdes, el cayado de cencerros, la pandereta o el cajón.

No sabría elegir entre una actuación u otra, ambas fueron sorprendentes y me enriquecieron por igual, pero como profesora de esta materia tengo que elegir la primera, porque acumuló todo lo esencial de este período y reunió a los autores y anónimos de referente en el estudio literario.

Comenzó con las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique acompañado de la zanfoña; continuó con el romance de Gerineldo, joven criado enamorado de la hija de su amo y nos enterneció con el anónimo fronterizo de las tres morillas.

Nos contó el primer cambio que se produjo para los juglares, el que los recitales de los Cantares de gesta fueran escritos por los clérigos en el Mester de Clerecía, como el poema: Mester traigo fermoso del libro de Aleixandre y Quero fer prosa en román paladino de Gonzalo de Berceo, que da entrada a la lengua romance escrita.

Posteriormente, aparece la imprenta, enemiga del juglar, ya todos podían leer y recitar el texto escrito y por último la poesía trovadoresca que rompió otro filón al juglar, porque se encontró con un competidor, el auténtico creador de versos por su influencia provenzal.

Nos deslumbró con el Marqués de Santillana en La vaquera de la Finojosa, llena de gracia y agilidad y La Cantiga de la serrana de Sotosalvos del Arcipreste de Hita, en su ambigua obra del Libro del Buen Amor. Nos llenó la sala de carcajadas con el tono vulgar y un tanto varonil en el que imaginábamos a la serrana hablando al joven viajero. Se ayudó de un estudiante del público, al que disfrazó y utilizó para soportar el cayado, sobre el que colgó la tela con los dibujos de la historia de D. Pitas Payas.

Nos enriqueció el recital con la rica lírica sefardita en el romance novelesco de La Catalina, que nos coloca ante la paródica situación del amante bajo la cama y las artimañas de la mujer descubierta por sorpresa. Las Coplas de Calixto y Melibea, enamorados amantes, que adjudicó a tres alumnos del salón y el personaje de la trotaconventos, copiado del arcipreste.

A continuación, nos trasladó con su repertorio a los libros de caballerías de Amadís de Gaula, utilizados por Cervantes para crear su gran obra crítica a éstos, nuestro ridículo y humano Don Quijote.

No dejó de lado la vida del pícaro estudiante, que hambriento, agudizaba el ingenio y utilizaba las tretas del juglar, para conseguir con su recital alegre un plato caliente en algún mesón, con dos cucharas de madera y buen ritmo en los dedos de las manos, para acompañar el poema. Así, nos deja ensimismados con El milagro de San Dimas, que otorgaba los dolores del parto al padre de la criatura.

Qué maravilloso soneto el de la primavera lírica de Garcilaso de la Vega, cómo a través de un pañuelo femenino, por cierto de una chica italiana de la sala, se deleita el amante ante el sueño de su amada.

Posteriormente nos recita el romance novelesco del conde Olinos, que enamorado de la hija del rey es matado por éste y ella se marcha tras él, convertidos en planta o convertidos en aves.

La vida del juglar va muriendo a medida que se adentra en el siglo de los autores teatrales, porque además de la imprenta, ahora podían representarse personajes que aprendían su texto escrito.

El tétrico esqueleto, personaje de marioneta, nos recitó Varios efectos del amor de Lope de Vega, el que no probó el amor no lo conoce.

Para finalizar los cuadros de Francisco de Quevedo, envidioso, su recuerdo mordaz hacia su gran enemigo y siempre incomprendido Luis de Góngora, nuestro gran poeta cordobés.

Terminó la actuación de los alumnos con un poema magnífico del español en América: El loro, el moro, el mico y el señor de Puerto Rico, anónimo del XVII, que nos dejó boquiabiertos, por la agilidad de su palabra, la rapidez de su memoria, la velocidad de interpretación de personajes, voces y estilos. En definitiva, por su gracia, porque este oficio merece un alto lugar de honor en la tradición oral, porque no todos habrán podido ser juglares, porque se requieren muchas cualidades para este arte.