Crispín d'Olot tiene como objetivo recuperar el legado de los juglares así como la performática subyacente en las artes escénicas del Siglo de Oro siendo considerado un referente único en su género.

 

 

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Michael Gordon, Ph.D.

Associate Professor of Spanish

University of North Carolina

Wilmington, North Carolina

 

Much like Miguel de Cervantes struggled to open the prologue to part one of Don Quijote, I also found myself stumbling as I sought out the words that would properly capture the magic of our special guest. I first thought that I would tell you all about Crispín’s long list of accomplishments that he had earned across the globe, but then I remembered the programs (as well your access to Google and YouTube). I pondered the possibility of providing summaries for each act that he would perform, but again...the programs. Fortunately right at that exact moment in which I was most desperate for ideas, a friend called me, and after I explained the predicament in which I found myself, I heard him slap his forehead hard and then say to me: “You, fool. How hard could it possibly be to present someone as extraordinary as Crispín?” Perplexed, I waited for him to continue. “Crispín is performing for the second time in the North Carolina El Quixote Festival, right?”, he asked rhetorically. “It is obvious that Crispín is Don Quijote. [Pause]. Think about it. They both decided one day to change their stars, assume new identities, and travel the world resuscitating a bygone golden age of letters and chivalry, respectively.”

“Oh,” he added, “and they are probably both crazy.”

“So, if Crispín is Don Quijote,” I interrupted, “then what does that make me?”

“Clearly,” my friend replied, “you are Sancho Panza. True, Crispín never promised you an ínsula, which the public will hear all about in Act Three (how my friend knew this confidential information, I will never know), but you have blindly joined him on adventures throughout North Carolina, Italy, and of course, Spain (and, just like Sancho, you got to use those chivarlic journeys as an excuse to leave your wife and two children at home). I mean, this past summer, when Crispín told you that he knew a ‘good place for lunch,’ you ended up eating at the famous 11th-century Castillo de Buen Amor (Castle of Good Love)...or was it just an inn?”

My friend then abruptly hung up the phone, leaving me to mull over his wise words. Not wanting to waste any time, I quickly picked up my quill [Pause] (ok, so I opened my laptop) and furiously began to write the introduction that you, idle audience, would hear later.  

So, damas y caballeros, ladies and gentlemen, since I do not think anyone, not even my daughters, is here to see me, it is my pleasure to present to you the internationally-renowned Spanish troubadour, and my dear friend, Crispín d’Olot. 

 

Sandra F. Barrera Ruiz

Directora General Abrapalabra 

Bucaramanga, Colombia

 

Aunque en el tiempo de Alfonso X fueron incluso  declarados infames, esta especie ha sobrevivido  al paso  de los siglos para la fortuna de nosotros los demás mortales.  

Abrapalabra  2011, que es el festival de la palabra que se celebra en Bucaramanga- Colombia y que se ubica entre uno de los más importantes de  su género en Iberoamérica, tuvo la magnífica oportunidad de tener como invitado preferencial al juglar más impresionante de que se haya tenido noticia: Crispín D’olot. Este juglar, trovador, verseador e instrumentista con dotes más allá de lo que creímos  que podría llegar a alcanzar nuestra imaginación, nos elevo de la silla en el teatro y en el parque despojó a nuestro espíritu de cualquier  tipo de ataduras.

Cada vez que Crispín aparecía con su palabra, su guitarra, su zanfoña o viola de rueda, o su “bejuco” (instrumento musical bastante artesanal, que adquirió paseando por alguna de las calles de Girón-Colombia y que resulta una mezcla de guitarra con laúd) entre otra decena de utensilios,  éramos una mezcla de niños ilusionados y adultos incrédulos ante la posibilidad de que tamaño  personaje estuviera en el festival sin haberse escapado de algún volumen de la literatura medieval.

Lo que resulta aun más delicioso, es que dentro del banquete de contadores de historias que viajaron desde los cinco contenientes compartiendo sus tradiciones orales, fueron justamente las de nuestro cultor del mester de juglaría, las que despertaron no solo los mejores comentarios y admiraciones,  sino además la afición de los espectadores por conocer cada detalle de su oficio y el origen de sus ocurrencias y ocurridos y así hacer un fantástico viaje  por sus 400 años ( un poco más, un poco menos) de vida, en León su pueblo al que ya todos deseamos ir.  Alistar por favor la hostelería que una caravana de visitantes Bumangueses estará pronta a arribar. Larga vida al juglar de todos los tiempos.

 

Montserrat Arribas

Periodista Antena 3, Ser, Cope y El Mundo

Valladolid, España

 

Un buen día apareció. Él dice que no hace tantos años... A mi me parece que Crispín ha estado en mi vida desde siempre. Y si no ha sido así, poco le falta.

En la vida de todas las mujeres que conozco debería existir algún hermoso loco, adorador de Venus. Alguien que ame la música, la libertad del hombre sin camisa, el vino recio y el aguardiente puro, las antiguas tonadas y las nuevas. Un tañedor de laúd que salte, a medianoche, desde la estantería donde -tieso de risa- Tirant lo Blanc se muere de un catarro.

 Crispín es ese sabio de las calles, que se lleva a Ovidio oculto en la zamarra. Capaz de cualquier cosa por los ojos de un niño, por una historia rancia, que ya nadie recuerda, por un arroz con liebre, por una luna amable de poesía y brasas.

Desde que apareció leyendo mi futuro, el corazón, que todavía late, no me ha hecho má que volar a cada rato -profesión que comparte con tordos y cigüeñas-, recordar <<Gerineldos>> y hacer de las esquinas, en la ciudad que vivo, lugares donde anida aquel viejo Mester de juglaría, que tiene en el d'Olot al servidor más fiel del universo mundo.